Tres razones por las que no debemos ignorar las rabietas

«No le hagas caso, solo quiere manipular», «Si le ignoras le enseñas quien manda», «Ignora ese mal comportamiento, si le das importancia habrá ganado». ¿Cuántas veces hemos oído frases similares? Seguramente más de una vez. La sabiduría popular aconseja una y otra vez ignorar las rabietas de los niños, incluso sugieren castigarles con excluirles para que «aprendan». Afortunadamente la neurociencia nos ha enseñado otra realidad. Os dejo tres razones por las que es posible que te plantees actuar de manera diferente la próxima vez que tu niño/a tenga una rabieta.

1. Un niño con una rabieta es un niño que se siente realmente mal

Hambre, frío, sueño, calor, fiebre… sí. Un niño con una rabieta realmente puede estar expresando un malestar o una necesidad básica no cubierta. Piensa en qué te hace sentir esa rabieta a ti como padre/madre. ¿Verguenza, rabia, impotencia, frustración? Pues exactamente así se siente tu peque. Solo que es muy pequeño/a para tener la inteligencia emocional suficiente para gestionar sus emociones y lo hace de la manera que puede. Su cerebro aún no está desarrollado como para poder manejar todas esas emociones y… ¡ocurre!

2. Los niños pequeños tienen rabietas cuando no se sienten conectados con su entorno

Otra razón por la que los niños hacen rabietas es porque muchas veces se sienten desconectados de su entorno, principalmente de sus padres. Suele suceder cuando llega un hermanito/a nuevo, cuando empiezan el cole o hay algún cambio importante. Esto hace que el niño se sienta más vulnerable y confundido. Imagina que un día estás tan a gusto en casa y llega tu marido y te dice «Cariño, te presento a mi nueva novia. La amo mucho a ella, pero a ti tampoco te dejaré de amar». ¿Cómo reaccionarías? Eso pasa exactamente cuando llega un nuevo bebé a la familia. A veces nos cuesta ponernos genuinamente en los zapatos de los niños y entenderles. Lo mínimo que podemos esperar es que hagan una rabieta y lo peor que podríamos hacer es ignorarles. Imaginaos cómo se sienten, como para que sus padres le aíslen o ignoren más porque «se está portando fatal». En este caso necesita ser comprendidos, conectados, queridos.

3. Las rabietas forman parte de los niños… ¡no pueden evitarlas!

Las rabietas forman parte del desarrollo cerebral de los niños. Sus cerebros no son como los de los adultos… aunque varios adultos conozco con más de una rabieta jaja. Ahora en serio, las conexiones cerebrales en los niños están aun inmaduras y no les permiten el mismo control emocional que a los adultos. Nuestros cerebros controlan los impulsos y nos permiten actuar de una manera que sabemos que es socialmente aceptable y calmar nuestras emociones antes de que nos descontrolemos. Los niños pequeños físicamente no pueden hacer esto. Cuando tienen una rabieta, no te están manipulando, créeme, solo están siendo niños que luchan con grandes sentimientos, habilidades de comunicación aún en proceso de construcción e incluso habilidades de regulación de emociones en desarrollo. Quizás para ti no tenga sentido llorar porque se te haya caído el helado (aunque para mí, sí), pero para un niño ES LO PEOR. Nosotros, en vez de ignorar, debemos atender a esa necesidad biológica y estar ahí, emocionalmente disponibles para ellos.

Como hemos aprendido, las rabietas no son parte del malévolo plan de los niños para estropearnos la tarde del centro comercial o hacernos quedar mal delante de la cajera del supermercado. No. Es un proceso físico que necesita antes que nada, conexión, atención y disponibilidad emocional. Ante una rabieta, nuestro deber como padres, madres y referentes es enseñarles habilidades para la vida que les ayuden a largo plazo: autoregulación, empatía, amabilidad, comprensión… ¿Cómo te sentirías tú si en el peor momento de tu día, la persona a la que más quieres, te ignora? En ese momento, ayúdales a calmarse, ofrece un abrazo, sácales del lugar del «caos» y nuevamente: conecta.

¡No ignores, por favor, no! Me encanta una frase que he leído por ahí y cuya autoría desconozco que dice así «Quiéreme cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite»

Espero que te haya sido útil, recuerda seguirme en Instagram como TatiLuis donde comparto más herramientas sobre Disciplina Positiva 😉

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