¿Qué es el castigo y qué consecuencias tiene en los niños?

A veces sientes la necesidad de gritarle a tu hijo porque intentó tocar el horno cuando estaba caliente. Quizás intentó cruzar la calle por si solo sin mirar a los lados. Tal vez sientes un enfado muy grande y además tienes la imperiosa necesidad de castigar a tu hija porque te desobedeció deliberadamente. Tú, aunque no quieres hacerlo, crees que infligir un poco de dolor ahora, hará a tu hijo/a un hombre de bien. “Lo castigo por su bien”.

Hace un día le dijiste que no cogiera por si solo el bote de cereales, y aun así lo hizo, provocando un desastre en la cocina. “¡Claro que hay que castigarle para que aprenda!”

En esos momentos, cuando sientes que realmente necesitas llamar su atención, quieres hacerle comprender la gravedad de sus acciones y que es necesario que no se repitan. En medio de la frustración, la rabia y el desespero por buscar una solución inmediata, lo primero que te pide el cuerpo es castigar de distintas maneras: dándole unos azotes (nalgadas), enviándole a su habitación, quitándole algún privilegio, gritarle, aislarle y un sinfín de acciones más. “Necesita comprender la gravedad de sus acciones”.

Y créeme. Castigarle sí les va a enseñar. Te va a funcionar al principio. A tus hijos les da tanta vergüenza y dolor que te aseguro que dejarán de hacer lo que ha causado tu crispación. Sin embargo, luego tú sentirás remordimiento por lo que has hecho, y tu hijo/a habrá aprendido a parar esa acción por miedo a ti y no porque realmente haya aprendido lo que debía hacer.

Y antes de que tengas tiempo para reflexionar sobre estas preguntas, el incidente pronto se repite, y es ahí cuando piensas, ¿cuál es el punto de dar castigarles si el círculo vicioso nunca termina?

Y antes de continuar, mi intención no es lanzar piedras sobre los padres que han perdido los nervios alguna vez o que castigan a sus hijos. Puedo entender que es una herramienta a la que la mayoría de nosotros hemos estado expuestos en nuestra infancia y realmente lo tenemos muy dentro. Yo también he perdido los nervios más de una vez.

¿Qué el castigo?

La RAE define el castigo como: (1) pena que se impone a quien ha cometido un delito o falta, (5) m. desus. Ejemplo, advertencia, enseñanza. El castigo está tan normalizado como un método de enseñanza, que hasta la Real Academia Española lo tiene como una definición.

Voy a ir un poco más en profundidad, según el Comité de los Derechos del Niño, lo define como:

“Cualquier castigo en el cual se use la fuerza física y se pretenda causar algún grado de dolor o incomodidad, por muy leve que sea. La mayoría de los casos consisten en golpear a los niños, con la mano o con un implemento – un látigo, un palo, un cinturón, un zapato, una cuchara de madera, etc. Pero también pueden aplicar acciones como patear, sacudir, lanzar, pellizcar, morder, tirar del cabello o de las orejas, obligar a los niños a permanecer en posiciones incómodas, ardor, escaldadura o ingestión forzada (por ejemplo, lavado de boca de los niños con jabón o forzarlos a tragar especias, como el picante)”. Comité de Derechos del Niño. Observación General N° 8 adoptada en el 2006.

Y no quiero limitarme solo al castigo y abuso físico. También hay amplia evidencia sobre el maltrato psicológico y emocional, a estos dos están sometidos 2 de cada 3 niños.

¿Qué es el maltrato psicológico?

El maltrato psicológico es conocido también como abuso psicológico o emocional. Esta definición abarca comportamientos como ridiculizar, gritar, rechazar, quitar la mirada, aislar o gritar a un niño. Según la Universidad McGill de Canadá, uno de cada tres niños en el mundo sufre experiencias de maltrato emocional. Es una cifra escalofriante.

En este estudio, los investigadores aseguran que existe una estrecha relación entre el maltrato físico y psicológico, y el deterioro de la función cerebral, como por ejemplo, la conectividad de las neuronas que sirven para regular las emociones e influyen en el estado de ánimo. Los investigadores creen que este deterioro contribuye a la aparición de trastornos depresivos y comportamiento suicida.

Y es en este punto donde muchos se estarán preguntando: ¿una “nalgada” de vez en cuando también se considera castigo? O quizás te preguntes si quitarle la consola de videojuegos va a causar todos estos traumas. Y la respuesta es: depende.

Pensamos que las herramientas más socialmente aceptadas como la pérdida de un privilegio (ejemplo, el uso de la tablet) o un rato en el rincón de pensar no les va a afectar mucho. Y quizás muchos me podrán decir que no ven nada malo en ello, la cuestión es, ¿realmente consigues el objetivo que deseas aplicando estos métodos?

Educar es sacar lo que hay dentro de cada uno. Nosotros como padres tenemos la labor de guiar, modelar y ayudar a nuestros hijos a que saquen todas esas herramientas dentro de ellos mismos. Invitarles a reflexionar, a que lleguen ellos a sus propias conclusiones y a que aprendan no por una motivación externa impuesta (castigo) sino porque de verdad son plenamente conscientes del aprendizaje. Conseguir eso es muy satisfactorio.

¿Cuáles son las consecuencias del castigo?

Hay innumerables estudios sobre cómo el maltrato físico, verbal y psicológico afecta el cerebro de un niño, asociados a los traumas que éste les causa. Y sí, antes de que me digas “a mí me castigaron y estoy bien”, vamos a ver un poco qué dice los estudios y la ciencia.

Según UNICEF, en un estudio publicado en 2018 sobre el uso de la violencia física en América Latina y el Caribe, la exposición a la violencia, el abuso y la negligencia durante la primera infancia tiene un impacto para el resto de la vida.  Sin embargo, más del 80% de los niños entre 2 y 14 años en el mundo han castigados y abusados de cualquier manera durante su vida, algunos, de manera reiterada.

Si continuamos explorando los efectos negativos del castigo, la National Council of Family Relations, los niños que son expuestos a este método disciplinario, tienen muchas más probabilidades de sufrir depresión, ansiedad y problemas de salud mental en general.

Además, hay una estrecha y comprobada relación entre los castigos, el maltrato y además los traumas de la infancia (entre ellos el abuso físico, sexual y emocional) y problemas de salud. Este vídeo de la Dra. Nadine Burke Harris es muy ilustrativo (puedes activar los subtítulos en español desde YouTube)

Si listamos la lista de efectos negativos del castigo, podemos encontrarnos con:

  • Incremento de las conductas indeseadas (las conductas que los padres creen eliminar).
  • Reducción de la internalización moral, incremento de la agresión por parte del niño
  • Incremento de conductas delictivas y conducta antisocial
  • Afectación de la salud mental del niño
  • Incremento del riesgo de ser víctima de abuso físico (los padres son más propensos a incrementar el castigo físico cuando no obtienen la respuesta, lo que expone a los niños a sufrir de abuso)
  • Aumento de actos de agresión en su vida adulta
  • Incremento del riesgo de cometer algún tipo de abuso sobre su propio hijo o pareja

Disciplina positiva ¿es solo permisividad?

La mayoría de los modelos de disciplina que se practican hoy en día en los hogares y las escuelas se basan en castigos y recompensas. La Disciplina Positiva se basa en el modelo adleriano de eliminar todo castigo y recompensa a favor de un estímulo que aborde las necesidades básicas de los niños para pertenecer y sentirse importantes. Nuestra tarea es ayudar a los niños a encontrar pertenencia y significado de manera socialmente útil. Esto quiere decir, que se sientan tenidos en cuenta y que ellos como seres humanos, contribuyen, que forman parte de la familia y no son ignorados.

Cuando los niños se portan mal, por lo general tienen una creencia errónea sobre cómo ganar un sentido de pertenencia. La creencia genera lo que los padres llamamos mala conducta. La mayoría de los padres reaccionan al comportamiento con algún tipo de castigo (culpa, vergüenza o dolor), y esto solo confirma la creencia de un niño de que no pertenece, creando un círculo vicioso.

En conclusión, cómo decía Rudolph Dreikurs, “un niño que se porta mal es un niño desanimado”. Debemos indagar cuál es la verdadera causa de ese comportamiento y así podemos tratar la raíz de la mala conducta.

Algunas pensaréis que esto deja solo una alternativa: la permisividad. Y no es así. De hecho os digo que puede ser tan dañina como el castigo. La permisividad invita a los niños a desarrollar la creencia de que «Amor significa que debería poder hacer lo que quiera» o «Necesito que me cuides porque no soy capaz de asumir responsabilidades», o incluso «Estoy triste porque no atiendes todas mis demandas «. Los niños necesitan límites.

¿Qué alternativas tenemos al castigo?

Si has llegado hasta aquí, es porque estás interesado en tener alternativas al castigo de cualquier índole y quieres sacar lo mejor de ti y tus hijos. Si es así, ¡te lo agradezco! Mi propósito es ayudarte y contribuir a que tanto niños como familias disfruten de la infancia, respetando y dignificando a los niños. Te voy a enseñar a poner límites con un enfoque positivo.

7 herramientas alternativas al castigo

Todos estos recursos los puedes usar ANTES de considerar el castigo (físico, verbal o emocional) como una técnica disciplinaria. Desde niños pequeños hasta adolescentes, estas estrategias de educación con enfoque positivo brindan soluciones a largo plazo a sus problemas de crianza. Y, como beneficio adicional, ¡no te sentirás culpable por usarlos! 

1. Dedica tiempo para entrenar a tus hijos:

Educar a los niños significa entrenarlos y hacerlos responsables con dignidad y respeto. Aquí tengo que decir: la prisa es la peor enemiga de la formación. ¿Es más rápido que hagas tú la cama? Sí. ¿Le enseña eso a tu hijo? No. Hay que enseñar a largo plazo.

Por ejemplo, cuando tu hija pequeña esté tratando de cruzar la calle, pasa las primeras veces enseñándole a cruzar de manera segura.

“Cuando llegamos al final de la acera, debes tomar mi mano. Luego, mira a ambos lados para ver si se acerca algún coche. Una vez que me tomes de la mano y hayamos mirado a ambos lados, podremos cruzar la calle juntas con seguridad «.  

No esperes a que lo recuerde una segunda o tercera vez. Repite las instrucciones y observa de cerca. Es importante tener paciencia.  Si esto no te funciona, prueba con las siguientes estrategias:

2. Controlar el medioambiente:

Independientemente de que tu hijo tome decisiones incorrectas o no, otra estrategia a considerar es controlar el entorno físico o la situación para eliminar los posibles desencadenantes y preparar a los niños para el éxito. 

Es irracional esperar que tu hijo se comporte perfectamente en un restaurante con estrella Michelin. En su lugar, busca con anticipación restaurantes apropiados para la edad que puedan adaptarse a los desafíos de la comida familiar (o simplemente administra sus expectativas en el establecimiento de alta cocina).

Digamos que a tu preadolescente le encanta llenarse de comida chatarra y dulces cuando no estás mirando. Sin embargo, cuando llega la hora de la cena, no come tanto como antes. En lugar de interrogarlo sobre si estaba comiendo bollería a escondidas nuevamente, evita comprarlos en primer lugar. Es posible que tengas que sacrificar un poco tu propio placer de comer esa magdalena, pero quitarlas de tu hogar eliminará cualquier tentación y ayudará a garantizar que tu hijo coma comidas más nutritivas.

Claro, todos los niños necesitan aprender a comportarse adecuadamente y a controlarse a sí mismos, a veces mediante prueba y error. La realidad es que aprenderán estos errores fuera de casa una y otra vez, sin nuestra presencia o interferencia. Siempre podemos ofrecer nuestra guía, pero si (incluso sin saberlo) los preparamos para el fracaso, nos estamos invitando a una lucha de poder innecesaria.

Siempre que los parámetros estén bajo nuestro control, prepara el escenario para un ensayo general positivo y no un campo de batalla. Al hacer este cambio, ayudará a su hijo a practicar cómo tomar buenas decisiones y no te sentirás presionado a usar el castigo como herramienta disciplinaria. 

3. Mantén la calma

Cuando nuestro instinto básico es sorprender a nuestros hijos para que se sometan, ¿cómo puede funcionar realmente la táctica opuesta?

Dicen por ahí “No combatas el fuego con más fuego”. Mantener la calma incluso cuando estás estableciendo un límite, es una herramienta sorprendentemente poderosa.

Los niños escucharán si te pones a su altura y hablas con calma y claridad. Para los pequeños, lo mejor es usar palabras y oraciones simples. 

Al mantener la calma y absolver la ira, automáticamente evitará una lucha de poder cada vez mayor. De esta manera, existe una mayor posibilidad de que tu hijo escuche la información que le estás diciendo, ya que no siente la necesidad de defenderse.

Si tus hijos se portan mal, esto también es una señal de que necesitan tu amor más que nunca. Mantener la calma y ser paciente transmite ese amor de una manera más impactante que un castigo.

4. Saca a tu hijo de la situación estresante

Imagina que estás en una fiesta de cumpleaños y tu hijo empieza a gritar porque la cumpleañera primero recibió su trozo de tarta. En ese momento, tómalo con calma y aléjate. 

Incluso si estás a punto de pagar en Mercadona con un carrito de compras lleno, ataca cualquier rabieta que se te presente dejando todo y saliendo de la tienda (con tu niño a cuestas, por supuesto jaja).

No evites simplemente darle algún azote a tu hijo porque te preocupa cómo lo percibirán los demás. Evita azotarle porque no es una solución a largo plazo y solo intensifica la lucha de poder entre ambos.

Una vez afuera, o en el coche, y después que se haya calmado, hablen de sus acciones y conviértelo en una lección constructiva. Sobre todo, enséñale herramientas sobre cómo actuar en esos momentos.

5. Pasa tiempo de calidad con tus hijos

Si tu hijo se porta mal continuamente porque quiere atención, ¿qué mejor manera de resolver el problema que brindarle esa atención de manera positiva?

Otorgar atención negativa a un niño que se porta mal solo fomentará su comportamiento.

En lugar de azotar, intenta pasar más tiempo a solas con tus hijos. El tiempo diario e ininterrumpido con cada niño es la mejor manera de combatir los comportamientos de búsqueda de atención. 

Otorgarles esta atención positiva ayudará a que la mala conducta en busca de atención disminuya lentamente y, al mismo tiempo, mejore la relación entre ustedes. ¿Que podría ser mejor?

Consejo profesional:  para aprovechar al máximo este tiempo intencional juntos, haz que tu hijo elija la actividad y asegúrate de que los móviles estén guardados.

6. Resuelvan el problema juntos

Digamos que tu hija de nueve años, en un ataque de desafío, arrojó tu nuevo iPhone al agua. Mil euros al agua. 

Estás fuera de ti de ira. En lugar de usar los golpes, gritos o cualquier otro castigo como herramienta, da un paso atrás (y respira hondo) y piensa en algo que realmente le enseñe. No de una manera que cause humillación y dolor, sino algo mejor, algo que le dará una verdadera motivación para no volver a hacerlo.

Siéntate con tu hija y hazle saber cómo te hicieron sentir sus acciones. “Me sentí frustrado cuando tiraste mi móvil al agua. He trabajado duro para ganar suficiente dinero para comprar un teléfono y dependo de él para mantenerme conectado con mis amigos y mi familia».

Ahora, pregúntale a tu hija: «¿Qué crees que podrías hacer para corregir esta situación?»

En el caso del iPhone, quizás ella sugiera que debería trabajar haciendo trabajos adicionales en la casa hasta que el teléfono esté pagado. 

Te llevaría una eternidad, piensas, pero imagina el impacto duradero que podría tener. Si disfruta de los privilegios de la tecnología, podría sugerir que ya no puede usar sus dispositivos tecnológicos hasta que el teléfono esté pagado. 

Al trabajar con tu hijo para desarrollar una consecuencia razonable de su acción, reduce la posibilidad de una lucha de poder porque ya tiene aceptación. Ahí es cuando puede ocurrir un cambio real.

Una vez más, no creas que esta es la salida más fácil. Hacer cumplir las consecuencias y desarrollar un plan juntos puede ser increíblemente difícil para los padres. 

Se necesita resistencia y fortaleza mental para seguir adelante, especialmente porque puede afectar su estilo de vida y las cosas que quizás haya estado esperando. Sin embargo, puedes estar seguro de que funcionará a largo plazo.

7. Consecuencias naturales

Las consecuencias naturales son el resultado natural de una acción que se desarrollará sin la participación de los padres.

Las consecuencias naturales no son adecuadas en situaciones peligrosas. Sin embargo, digamos que le advertiste a tu hijo que, si deja su nuevo camión de bomberos a batería en el jardín bajo la lluvia, se estropeará. Estás cansado de gastar dinero en juguetes que sigue dejando descuidadamente afuera.

Esta vez, cuando lo ves distraerse y dejar el camión de bomberos afuera, decides no intervenir. Puede estar furioso porque no volvió a escucharte. Sin embargo, en lugar de llamar su atención y pegarle, regañarle o gritarle, deja que su olvido le enseñe la lección. Puede parecer una pérdida de dinero ver cómo la lluvia destruye el camión de bomberos, pero una vez que tu hijo se dé cuenta de que su inacción resultó en la pérdida de su amado juguete (que no debes reemplazar), la lección será invaluable. Puedes estar seguro de que recordará traer sus juguetes adentro en el futuro.

Y para terminar…

Si bien sabemos que algunos padres aún optarán por castigar, te animo (¡te lo ruego!) A que pruebes estas 7 estrategias ANTES de que te llegues a ese punto. Habiendo compartido estas herramientas con decenas de personas en distintos países, puedo decirte con certeza que estas herramientas tienen más impacto y son más efectivas que las nalgadas. 

Te invito a que puedas construir una relación de confianza con tus hijos, que ellos confíen en tu guía y tu cuidado porque realmente entienden que es lo mejor y no porque te tengan miedo. Es importante que tú formes parte de esos recuerdos felices y que seas el jardinero que cuide y riegue la semilla del amor, el respeto mutuo y la autoestima de tu hijo.

Si quieres conocer más de la disciplina positiva, te invito a que puedas apuntarte a alguno de mis talleres y aprender más de esta filosofía de vida.

Espero que te haya gustado este post y si es así, recuerda dejarme un comentario en mi Instagram @tatiluis

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