Exposición de los niños a la pantalla: ¿un reto imposible?

Antes de quedarme embarazada de mi primer hijo lo tenía meridiano: mi hijo jamás verá TV o vídeos de YouTube hasta que tenga “cierta edad”. ¡Qué atrevida es la ignorancia!

Como bien dicen por allí “nunca digas nunca”, y es que esto de la maternidad viene acompañado con una gran bolsa llena de tus “nuncas” y “jamases” para distribuirlos a lo largo de tu vida como madre cuando menos te lo esperas.

En nuestra casa somos muy de tecnología, somos padres millennials que vemos en bucle Friends y conocemos al dedillo las últimas novedades de Netflix, HBO o el servicio Prime Video de Amazon. Además, nos encantan las redes sociales, los gadgets y comprar en Amazon. ¿Qué queréis que os diga? Esto es sinceridad absoluta.

Teniendo en cuenta este panorama, el decir que nuestro hijo jamás iba a estar en contacto con pantallas y tecnología desde sus primeros años de vida, era una utopía que no sé en qué momento nos creímos.

Llegado el momento de la verdad, cuando tuve a Mateo en brazos, he de decir que pude disfrutar de él al máximo durante mi licencia de maternidad. Paseos, experiencias, lactancia, etc. De momento la televisión, iPads o móviles no entraban en la fórmula.  Ese hermoso bebé era capaz de distraerse perfectamente con el piano de Fisher Price o mis voces raras.

El momento cumbre fue cuando cerca de cumplir un año, entró a la guardería y ¡hola hospitales! De tener un bebé 100% sano en casa, pasamos a tener un niño que estuvo más de un mes enfermo, con visitas casi a diario a urgencias. El niño generó un rechazo enorme al hecho de tomar medicinas y nada más ver el nebulizador, empezaba a retorcerse con una fuerza que no éramos capaces de controlar. Fue allí cuando apareció la alternativa que jamás hubiésemos pensado usar: sí, mamás y papás, hablo de los dibujos animados.

Aunque no voy a negar que antes había visto uno que otro, no era la norma ni mucho menos. En esa oportunidad tuvimos que tirar de dibujos para que pudiera quedarse un ratito tranquilo mientras le nebulizábamos, o en la sala de espera del hospital, que fácilmente podíamos echarnos cuatro o cinco horas allí dentro. Y quien me diga ahora que es capaz de tener a su niño controlado en una sala de urgencias durante tanto tiempo usando métodos de distracción del sigo XX, le digo: ¡OLE! Escríbeme y cuéntame cómo lo has hecho.

Todo hay que decirlo, aunque hemos sucumbido al hecho de que Mateo vea dibujos, tenemos ciertas normas que hacemos todo lo posible por cumplirlas. Os las comparto por si os pueden ayudar en vuestra situación particular. Ojo que no soy ninguna experta, ni profesional al respecto, solo os cuento nuestra experiencia familiar:

  1. La TV/dibujos/pelis los fines de semana:

La rutina de lunes a viernes la tenemos bastante medida y entre que Mateo llega de la guarde, meriendas, cenas y baños, se nos hace la hora de ir a la cama muy rápido y la verdad es que no tenemos necesidad de usar las pantallas para “distraerle”. También hay tiempos “sagrados” que no admiten dibujos: la hora de la comida o antes de dormir, por ejemplo.

  1. Los vídeos SIEMPRE supervisados:

Esto para nosotros es algo innegociable. Aunque hay canales “para niños”, la verdad es que no podemos fiarnos del algoritmo de YouTube Kids o de la parrilla televisiva. Esto es un tema muy muy peliagudo y que requiere nuestra máxima atención. Y con esto me refiero a que sí, hay gente que no tiene dos dedos de frente y sube contenido a YouTube aparentemente bueno pero que en realidad son auténticas aberraciones que incluso para un adulto, resultan desconcertantes. En este post de El Mundo tenéis muchísima más información. Me diréis que qué gracia usar el comodín de los dibujos para tener un  ratito de tranquilidad, si tenéis que supervisarlos. Pues he ahí la cuestión, la idea no es que la tele o el iPad hagan de cuidadores de nuestros hijos, sino de generar un entorno seguro donde los peques puedan disfrutar de la tecnología sin riesgo. Pero oye, cada uno es libre de hacerlo como quiera. Nosotros tenemos una lista de vídeos aptos, que no permiten la sugerencia de nuevos clips. En otro post, os hablaré del tipo de contenido que consumimos en casa. Esto no es más que una recomendación desde nuestra experiencia como padres.

  1. Limitar el tiempo de exposición:

Aunque sea en fin de semana, intentamos que Mateo consuma dibujos por periodos cortos de tiempo. Además, hemos comprado un cacharro para colgar la TV en la pared, de manera que el niño no se acerque demasiado a la pantalla. Otro consejo es ver siempre las pantallas en una habitación con luz, bien sea natural o artificial. Y esto os lo digo con conocimiento de causa: hay que cuidar los ojos. Yo veo 12% por el ojo izquierdo (podéis leer la anécdota de cómo se enteró mi madre de mi deficiencia visual en este post) y en el 2016 entre la exposición al ordenador de la oficina durante un periodo de mucho trabajo, acompañado al uso continuado del móvil, generaron heridas oculares (sí, heridas) que me han obligado a cuidarme los ojos aún más de lo que lo hacía. No veáis la tele con la luz apagada, ya que se intensifica la recepción de la luz de la pantalla en vuestros ojos.

  1. Hacer caso omiso a las críticas:

En este viaje de la maternidad me he encontrado con expertos de todo tipo. Por supuesto en esta rama los hay. Me he topado con gente que miran escandalizados y critican cuando Mateo está viendo un vídeo (claro, con una visita de una hora al mes ya tienen suficiente para saber todo lo que hacemos los 7 días de la semana), y no quiero imaginar lo que habrán pensado de nosotros el resto de comensales del restaurante, cuando en las pasadas vacaciones de verano tuvimos que usar el poder Superman para entretener al niño en una cena de adultos, que duró casi tres horas. No digo que entretener a los niños en el restaurante es obligatorio, pero créeme, cuando estás en un grupo de 8 personas, la comida se tarda, el niño lleva aguantando un paseo desde las 17:00 de la tarde y ya ni los padres ni el peque pueden más, y encima no quieres ser una molestia para tus acompañantes, ponerle una peli de Superman no es una idea tan descabellada. Como siempre, esto es una excepción y no la regla.

En conclusión, las pantallas y los niños desde nuestro punto de vista no son del todo incompatibles. Cada familia puede buscar fórmulas que se adapten a su ritmo de vida, con equilibrio y cordura. Vivimos en una época donde tenemos pantallas hasta para pedir una hamburguesa, a mí me resulta imposible que al final no terminemos cruzándonos en algún momento.

¿Y vosotros? ¿Cómo lleváis el tema de las pantallas en casa con vuestros hijos?

COMPARTIR