Cuando los padres no están de acuerdo en la crianza de los hijos: 7 pasos para una educación armoniosa

 

Hace ya un tiempo que hicieron varias promesas frente al altar… o frente al juez. Estaban de acuerdo en prometer fidelidad, estar juntos en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad… y ahora, que tienen hijos parece que no pueden estar de acuerdo en la forma de criarlos.

Estás cansada de gritar, tu pareja está cansada de que levantes la voz. Tú estás cansada de los malos comportamientos de tus hijos y quieres que tengan consecuencias, tu pareja quiere enviarles al rincón de pensar. A la hora de comer tú peleas para que no se levanten hasta que se coman todo, mientras que tu pareja termina cediendo y hace que se levanten y les da el postre antes. Al final parece que hay un poli malo y un poli bueno, ¿te resulta familiar esta historia?

Seguramente estás pensando en muchos ejemplos particulares de tu familia y crees que es demasiado tarde, que no hay esperanza para ustedes y que no hay nada que hacer. Pero hoy te traigo varias noticias. La primera es que, si estás leyendo esto, es porque aún hay esperanzas de que tú y tu pareja estén en la misma página en cuanto a crianza se refiere. La segunda noticia es que hay que tomar medidas ya, porque la tensión es evidente y tus hijos la notan.  Tu familia es muy importante. Tu matrimonio es muy importante. Tus hijos son muy importantes, como para dejar que las diferencias a la hora de disciplinarles os desgasten. ¡Así que vamos a ello!

Paso 1. Identifica los puntos comunes

Comienza por identificar los aspectos de crianza y disciplina en los que tú estás de acuerdo con tu pareja. Tendrás más éxito identificando áreas en las que coinciden en lugar de enfocar la energía en las muchas áreas en las que no están de acuerdo.

Busca lo positivo. Identifica las estrategias de crianza que utiliza tu pareja y que tú aprecias:

¿Es alentador?

¿Utiliza un tono respetuoso?

¿Juega con los niños?

¿Es consistente?

¿Tiene expectativas razonables de los niños?

¿Es amoroso?

Incluso si todo lo que puedes decir con seguridad es «Agradezco cuánto ama a nuestros hijos», es una buena base sobre la cual empezar.

Después de todo, tu pareja sí ama a sus hijos. Y aunque su estilo de crianza puede diferir del tuyo, el enfoque de disciplina proviene del AMOR.


Paso 2: Explora los puntos en los que no estás de acuerdo con tu pareja

La mayor influencia en nuestros métodos de disciplina es, sin duda, nuestros propios padres. Ya sea que estés de acuerdo con el estilo de disciplina de tus padres o no, las elecciones que hagas hoy como padre o madre se deben en parte a cómo fuiste criada.

Sin nuevos conocimientos e influencias externas, los padres a menudo están predispuestos a repetir los mismos patrones de comportamiento que sus progenitores. Es por eso que escucharás a las mamás de todo el mundo quedarse en shock cuando descubren que suenan igual que su madre.

Es muy frecuente escuchar “A mí me dieron bastantes azotes y salí bien”, sin embargo, hay múltiples estudios científicos que aseguran que una infancia en la que se usaba el castigo físico y verbal como método disciplinario, ha generado adultos con problemas de ansiedad, ira o mal humor. El argumento “A mí me criaron así y salí bien” es una justificación que se queda bastante corta. Es como decir “anteriormente no se llevaban cinturones de seguridad y míranos”, pues bien, por algo ahora es obligatorio que todos los coches lleven cinturones y sus pasajeros lo usen.

Así que si tú o tu pareja usan el método “así lo hicieron conmigo” quizás sea momento de reflexionar, leer a profesionales y buscar un punto en común que les permita incorporar una visión respetuosa y equilibrada sobre la infancia.  

¿Qué partes de tu infancia influyen en tu percepción de las técnicas de crianza apropiadas?

Además, ¿qué partes de tu infancia influyen en cómo te sientes sobre las técnicas de crianza de tu pareja?

Con un poco de autorreflexión tuya y de tu pareja, estarás en camino de descubrir la superficie de tus profundas creencias de crianza.


Paso 3: Establece líneas rojas

Fija con tu pareja los límites no negociables. Con esto me refiero a los relacionados con la salud y la seguridad, por ejemplo:

Lavar los dientes después de cada comida y antes de dormir, usar casco para ir en bici, ir en la silla de seguridad en el coche, no comer ciertos tipos de alimentos después o antes de determinada hora, uso de pantallas antes de dormir, etc.) u otros aspectos importantes como los relacionados a la educación (deberes escolares, tiempo de juego) o contribución en el hogar. Acuerda con tu pareja cuáles son los límites y expectativas. Asegúrate de que ambos sigan las mismas reglas para todo. Si es necesario, escríbelas en un manual para ambos. Puedes usar una aplicación compartida en el móvil para que sea fácil de recordar. Si a tu pareja se le pasa alguna, no lo uses como un motivo para generar una batalla campal, sino como una oportunidad de mejora. Confía en que la próxima vez no pasará. Los niños verán que sobre todas las cosas estarán unidos.


Paso 4: Piensa a largo plazo

La crianza de los niños es una maratón, no un sprint y eso requiere que vayamos paso a paso, meditando cada decisión que tomemos. Recuerda que las habilidades que quieres ver en tus hijos el día de mañana, debes fomentarlas en el presente. ¿Qué atributos os gustaría a ti y a tu pareja que tengan sus hijos en el futuro? ¿Empatía? ¿Ética de trabajo? ¿Humildad? ¿Resiliencia? Si se pudieran poner de acuerdo en cuatro palabras, entonces pueden construir una visión unánime de crianza. En base a lo que quieren para sus hijos, pueden tomar decisiones en el día a día que construyan esa visión. ¿Cómo lo pueden hacer? La gran pregunta que tienen que hacer diariamente es ¿Cómo podemos hacer que nuestro hijo aprenda __________________ (por ejemplo “empatía”) con esta experiencia disciplinaria? Con esa pregunta, pueden aplicar la disciplina enfocada en ese aprendizaje.

Por ejemplo:

  • Si quieres que tu hijo sea responsable, ¿deberías llevar su tarea olvidada al colegio por tercera vez esta semana o no?
  • Si deseas que tu hijo sea compasivo, ¿cómo debes responder cuando admite que hace trampa en un examen?
  • Si quieres que tu hijo sea respetuoso, ¿cómo puedes modelar eso diariamente?

Si tú y tu pareja pueden acordar algunos objetivos de crianza a largo plazo para la familia, las decisiones a corto plazo serán más fáciles de tomar.


Paso 5: selecciona una señal

Está bien si no estáis de acuerdo con algunos problemas de disciplina, pero la clave es no discutir sobre ellos frente a los niños.  

Establece una señal no verbal entre tú y tu pareja que indique «claramente no estamos de acuerdo con esto, hablemos de ello lejos de los niños».  Dado que el muchos de los problemas no necesitan ser resueltos en el acto, esto les da a ambos padres la oportunidad de tomar un respiro y decidir un curso de acción más adelante. Recuerda que es fundamental no cuestionar las decisiones de disciplina de tu pareja delante de los niños.

Paso 6: Evita el poli malo y el poli bueno

De la misma manera que no deberían estar en desacuerdo sobre la disciplina frente a sus hijos, es de vital importancia que no se encasillen entre sí en roles de policía bueno y policía malo. Muchos padres con muy buena intención no hacen más que decir “espera que papá/mamá llegue a casa y le preguntas”, o incluso “Mamá se va a enfadar mucho”. ¿Qué mensaje está recibiendo el niño con todo esto? Pues que el otro progenitor es el que castiga o el que se enfada. Del otro modo, están los padres/madres que se ríen por un mal comportamiento mientras el otro se enfada. Mensajes como este solo refuerzan los sentimientos de que un progenitor es el amoroso y el otro el más “estricto”. En realidad, hay que presentarse siempre como un frente unificado. Romper el jarrón (siempre que no sea por un accidente) o insultar, por ejemplo, es un mal comportamiento y debe tener el mismo tratamiento por ambos progenitores. No estoy diciendo que deban ser castigados, ni muchísimo menos, sino que ambos progenitores deben acordar que ante un comportamiento inadecuado, se deben plantear una forma unida de reacción. Les sugiero primeramente conectar con el niño, entender por qué ha actuado así y enfocarse en una solución al problema generado.

Paso 7: Comprométanse con una comunicación constante

Dedica tiempo a hablar semanalmente sobre el progreso de ambos. Cuando los niños se vayan a la cama, podéis aprovechar de tener una conversación profunda sobre lo que habéis aprendido. No es momento de culpar o recriminar, sino de reunirse, trazar un plan. Recuerden que son un equipo. Celebren las pequeñas victorias y disfruten los cambios que han logrado. Y si ven que aún continúan sin ningún progreso, no descarten buscar ayuda profesional, es una decisión muy sabia.


Y ya para terminar…

Si bien la tarea de resolver los desacuerdos disciplinarios puede parecer desalentadora, estas 7 estrategias te ayudarán a encontrar el camino hacia el éxito. Con estas pautas, tiempo y esfuerzo, no pasará mucho tiempo antes de que el gran debate de disciplina sea cuestión del pasado.

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