Vas por la calle con tu hijo y de repente te pregunta (con voz muy alta) por qué ese otro niño va en silla de ruedas, o por qué no habla. También puede que le dé curiosidad por qué a esa niña le falta un brazo o va en muletas. Quizás te pregunte por qué ese niño del autobús hablaba como un bebé. Los niños no tienen filtros y muchas veces nos hacen estar en situaciones “incómodas” a los adultos, ¿verdad?
A pesar de que los comentarios de nuestros hijos son completamente inocentes, nos sentimos avergonzados porque no queremos herir sentimientos o causar más estrés a la mamá o al papá que ya está lidiando con muchos retos y desafíos.
Como si no fuese suficiente, también luchamos con nuestras propias respuestas cuando interactuamos con padres de niños con necesidades especiales. No sabemos que decir. ¿Deberíamos decir algo? ¿Deberíamos ofrecer ayuda? Nuestras intenciones siempre son buenas, pero luchamos con lo «correcto», y a veces no hacemos nada en absoluto.
El problema es que cuando alejamos a nuestros hijos de los niños con diferencias o no podemos hacernos amigos de la madre de un niño con necesidades especiales, no solo extrañamos la alegría que podría surgir de esa nueva amistad, sino que aumentamos el abismo de entendimiento entre nosotros.
Soy madre de un niño con rasgos del espectro del autismo y además, doy formación a padres y madres sobre disciplina positiva. Aunque estos principios se aplican a todos los niños, es verdad que muchas veces tenemos que acercar las dos realidades y hacer una fórmula única para cada familia, ya que educar a un niño con necesidades especiales es un reto en sí mismo.
Para ayudar a los padres de niños típicos a construir relaciones con aquellos cuyos niños tienen necesidades especiales, me baso directamente en mi experiencia y en la de muchas mamás y papás con niños con alguna necesidad de apoyo en su desarrollo: autismo, diabetes y diversos síndromes. Si bien sabemos que cada situación familiar es única, hemos coincidido en muchos aspectos.
Si eres padre de niños típicos que intentan hacerse amigos de los padres de un niño con necesidades especiales, te dejo estos consejos:
1. Escucha sus necesidades:
Si bien es cierto que todos podemos ser mejores oyentes, es increíblemente importante escuchar cualquier necesidad que tu nuevo amigo te comparta, no solo las del niño sino las suyas propias. Toma nota de las alergias, horario de medicamentos, alimentación. Estas cosas normalmente se cuentan al principio de la amistad, pero muchas veces no las interiorizamos. No tengas temor y apunta todo en tu agenda del móvil, luego, será pan comido. Muchos padres de niños con necesidades especiales no estamos buscando que nos solucionen la vida, sino simplemente que nos escuchen, así que prestar tus oídos es suficiente para decir que te importa esa relación; es el fundamento de una relación muy sólida.
2. Pregunta, ¡no tengas vergüenza!
Quizás esto te resulte imposible porque no te atreves a preguntar cosas propias de la enfermedad o el trastorno. Pero con toda la seguridad te digo: ¡Pregunta! No nos ofenderemos si quieres saber cómo es la rutina de un niño con autismo, de qué se trata o en qué consiste el tratamiento de un niño con diabetes. Pregunta sobre las terapias, interésate por el tema. Estoy segura de que es algo que te resultaría interesantísimo, pero normalmente nadie se atreve a preguntar porque se piensa que es como “meter el dedo en la llaga”. Nosotros, como esos padres, preferimos dar toda la información precisa que no dé lugar a malas interpretaciones sobre nuestros hijos. Siempre que todo tenga la intención genuina de interesarte por nuestra situación, puedes preguntar lo que quieras.
3. Habla de ti también
Hay una creencia errónea que los padres y madres de niños con necesidades especiales no queremos enterarnos de las cosas buenas que le suceden a los demás. La amistad es bidireccional y no tenéis por qué temer a la hora de contarnos los avances y logros tanto tuyos como de tus niños. Incluso aquellas cosas más “negativas” que te pasan y que probablemente no quieras contar porque “no es un problema tan importante como el nuestro”. La realidad es que si lo estás pasando mal en el trabajo, si estás enganchado a una serie o si a tu niño le dieron una beca deportiva, ¡queremos saberlo!
4. Incluye e invita:
Parece una obviedad, pero no lo es. Aunque pienses que esos amigos que tienen un niño con necesidades especiales no podrán venir al cumpleaños de tu hijo en el parque de bolas… ¡invítales! Sentirse incluido es una necesidad básica del ser humano y la exclusión puede ser muy dura.
5. Adaptación a sus rutinas y necesidades
Aunque es fundamental que la amistad sea recíproca, este es un ámbito en que los padres de niños típicos pueden ayudar y mucho. Los niños con alguna necesidad especial tienen terapias, horarios de medicamentos, citas en hospitales e incluso horarios de siesta. Por ejemplo, las rutinas son muy importantes para los niños TEA (trastorno del espectro del autismo). Y todo esto es sumamente importante. No es realista esperar que tu amigo de un niño con necesidades especiales simplemente se salte esa cita, o no vaya al logopeda esa semana para acudir a un plan con amigos. En ese caso, es muy útil si adaptaras los planes para que no coincidan con una cita importante. Si es más fácil para ellos ser anfitriones porque su casa es el entorno más seguro para sus hijos, entonces ve a su casa. Si vas a invitar a un niño con limitaciones físicas, asegúrate de ofrecer un entretenimiento adaptado. Estos pequeños gestos hacen mucho y se agradecen infinitamente.
Hacer amigos puede ser difícil, especialmente cuando las familias tienen necesidades únicas y complejas. Si eres madre o padre de niños típicos, te animo a que tomes en serio estas recomendaciones cuando veas una nueva potencial amistad.
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